dimecres, 30 de juliol del 2008

El secuestro de Enrique Castro González "Quini"

En la temporada 1975-1976, Quini vuelve a obtener el trofeo Pichichi tras marcar 21 goles. Sorprende el hecho de lo hizo a pesar de que ese año, el Sporting descendió a Segunda División. Aquel año el FC Barcelona de Johan Cruyff hace al Sporting una cuantiosa oferta: 40 millones de pesetas, que en unas semanas subieron a 50, por los servicios de Quini. El entonces presidente del club catalán, Agustí Montal, viajó a Gijón con el objetivo de cerrar el fichaje, que finalmente no se concretó por la rotunda negativa del Sporting, lo cual molestó hondamente al jugador, que llegó a pensar en retirarse del fútbol:
"Por aquel entonces medité mucho si retirarme o no, máxime cuando me surgió una oferta muy interesante de una firma de tejidos catalana. Si no me "arreglaba", había decidido dejarlo."

Pasarán todavía cuatro años hasta que, finalmente, el tan largamente buscado traspaso de Quini al FC Barcelona se concrete tras pagar 82 millones de pesetas, una cifra astronómica para la época. Ello sucede en la primera semana de junio de 1980, convirtiéndose en una de las noticias deportivas más sonadas del verano. En aquella primera temporada en Barcelona, Quini obtiene, por sexta vez, cuarta en Primera División, el trofeo Pichichi con 20 goles, algo completamente insólito por un acontecimiento que entonces convulsionó el fútbol español: el 1 de marzo de 1981, después de finalizado el encuentro FC Barcelona 6 - Hércules de Alicante 0, en el que marcó dos goles, Quini es secuestrado por dos individuos que lo encañonan con una pistola y se lo llevan en su propio coche, iniciando un calvario de veinticinco días para el jugador y para sus compañeros del FC Barcelona (especialmente para Bernd Schuster, que se había hecho gran amigo del asturiano), que llegan a plantearse la decisión de no jugar hasta la liberación de Quini y a los que el acontecimiento conmociona hasta el punto de sumar sólo un punto durante los seis encuentros en los que el jugador estuvo ausente, lo cual provocó que el equipo perdiera la Liga de aquel año tras haberla dominado durante toda la temporada. Inversamente, su liberación infundió de ánimo a un equipo que ganó arrolladoramente la Copa del Rey, en la que Quini también fue máximo goleador con once goles.

Ésta fue la secuencia de los hechos: tras el partido, dos individuos, delincuentes comunes sin antecedentes, introducen a Quini por la fuerza en una furgoneta DKW y se lo llevan. Hacia las dos de la mañana de aquel 1 de marzo, María Nieves, esposa de Quini, preocupada al no saber nada de su marido, a quien esperaba en el aeropuerto de El Prat con sus hijos tras regresar de Asturias, toma un taxi, llega a casa, donde lo encuentra todo abierto y con las luces encendidas y hace una serie de llamadas. Al comprobar que nadie sabe nada, comienza a sospechar y avisa de lo ocurrido a la policía y la Guardia Urbana. Alexanko y Óscar Segura investigan por su cuenta, sin resultado, y comunican al presidente Josep Lluís Núñez de lo ocurrido. Éste moviliza a la directiva y se pone en contacto con Josep Cordech, gobernador civil, que moviliza a la Brigada Antiatracos. Alexanko, Segura y Núñez pasan toda la noche en casa de los Castro, en medio de gran tensión.

Al día siguiente, a las 12:30 del mediodía, se presenta la denuncia oficial de desaparición. La noticia ya es pública: a casa del jugador acuden directivos, jugadores y amigos; en la puerta de su casa se concentran decenas de periodistas y curiosos; son enviados numerosos telegramas y llamadas de ánimo. En una batida de la policía, se localiza el coche de Quini, con las puertas abiertas.

A las 15:00 el diario La Vanguardia recibe una llamada falsa de un individuo anónimo que reivindica el secuestro como representante de un supuesto "Batallón Catalano-Español" y comunica que Quini sería liberado después del siguiente partido contra el Atlético de Madrid, justificando el acto porque "un equipo separatista no puede ganar la Liga". Al cabo de cuatro horas, el mismo periódico recibe la llamada de un grupo autodenominado PRE que exige 350 millones por la liberación del futbolista. Se desconfía de la llamada. Por la noche, Jesús y Falo, hermanos de Quini, llegan desde Asturias, donde se quedan los padres, muy afectados. A la salida del domicilio de Quini, Núñez declara que "no hay ninguna noticia" y reconoce que recientemente varios jugadores habían recibido anónimos amenazantes. Aquel mismo día, hacia la medianoche, se encuentra en una cabina de Hospitalet una carta firmada por el jugador en la que expresa que se encuentra bien. Se rastrea toda la zona, pero sin éxito.

El 3 de marzo, martes, la prensa nacional e internacional se hace eco de la noticia y publica que los secuestradores ya se han puesto en contacto con la entidad barcelonista y reclaman unos cien millones de pesetas. Se producen numerosas muestras de solidaridad. La moral de los jugadores del FC Barcelona está destrozada, los entrenamientos se reducen al mínimo por el nerviosismo y la tristeza. A las 23:30 de aquella noche, los secuestradores se ponen en contacto con Mari Nieves, que les pide poder hablar con su marido, a lo que aquéllos se niegan, provocándole un ataque de nervios. Al día siguiente, los periódicos publican una carta de los padres de Quini suplicando su liberación y recogen unas declaraciones del vicepresidente del FC Barcelona, Nicolau Casaus, en las que expresa que está "dispuesto a dar mi vida por su libertad"; y de los jugadores del club catalán, que dicen estar dispuestos a renunciar a la Liga con tal de que Quini sea liberado.

El 5 de marzo, los compañeros de Quini en el FC Barcelona se reúnen en el Camp Nou y elevan una plegaria dirigida por mosén Joaquín Francés en español, catalán y alemán. Algunos jugadores se posicionan a favor de no disputar el próximo partido de Liga ante el Atlético de Madrid: Bernd Schuster afirma que "no jugaré, además de piernas tengo corazón, sólo quiero que vuelva Quini", pero la Federación se niega a alterar el calendario. El partido se disputa el día 8, y el club culé resulta derrotado en Madrid por un gol a cero. Ramírez, sustituto de Quini, sale al campo con el número 14 en vez del 9, dorsal habitual de Quini, que le correspondería. Unos cinco mil aficionados esperan a la plantilla en el aeropuerto de El Prat, donde reciben a los jugadores con gritos de "¡Quini libertad!". Al día siguiente, la agencia EFE anuncia que fuentes próximas a la directiva señalan que la liberación es inminente y que el club ha pactado la cantidad a pagar a los secuestradores, lo cual niega la entidad barcelonista. El 15 de marzo, ante la UD Salamanca, el Barcelona vuelve a resultar derrotado por dos goles a uno, y el 22 de marzo en Zaragoza empata a cero.

El desenlace final del calvario de Quini se produce el 25 de marzo de 1981. El plan de los secuestradores, que habían pedido cien millones de pesetas como rescate que debían ser depositados en una cuenta bancaria en Suiza con la excusa de que el FC Barcelona tuviese que cobrar una cantidad de la firma suiza Omega en la cuenta bancaria proporcionada por los captores de Quini. Nicolau Casaus se trasladó a Ginebra a supervisar la operación. La cooperación de las policías española y suiza permite levantar el tradicional secreto bancario suizo, y se descubre al titular de la cuenta, Víctor Manuel Díaz Esteban, un electricista de veintiséis años que no tarda en llegar a Suiza. Cuando retira un millón de pesetas, es inmediatamente identificado. Se investiga dónde se alojaba y se siguen sus pasos, y es capturado de camino al aeropuerto para coger un avión hacia París. Se obtiene la confesión del lugar donde está recluido Quini: un zulo en un taller mecánico situado en la calle Jerónimo Vicens de Zaragoza. A las diez de la noche, la policía entra en el local y libera al futbolista. Diez minutos después se ponen en contacto con Mari Nieves, trascendiendo poco después el final feliz de la noticia. La gente se agolpa ante la Dirección General de Policía de Barcelona para esperar la llegada de Quini, que sale desde Zaragoza con el jefe de policía de dicha ciudad. Se canta el "Asturias, patria querida"; a las dos y media de la mañana llega la comitiva y un Quini demacrado, con barba de varios días y visiblemente agotado baja de un SEAT 131 en medio de la ovación de miles de aficionados.

Tras su liberación, Quini tiene buenas palabras para sus captores y retira la acusación contra ellos, aunque el FC Barcelona decide seguir adelante con la causa y pedir treinta y cinco millones de pesetas de indemnización al considerar que había sido perjudicado gravemente, ya que había perdido el título de Liga que tenía encarrilado antes del secuestro. El abogado del club pidió ademas veintitrés años de cárcel para los secuestradores y dos para el encubridor. La sentencia, dictada el 15 de enero, condenó a los acusados a diez años de prisión y a pagar cinco millones al jugador, dinero al que éste renunció.

Hoy en día Quini sigue sin querer hablar de su secuestro.

Extracto de la Wikipedia